1. Fumar
Fumar cigarrillos tiene una relación negativa con el coeficiente intelectual y el pensamiento expresa el Doctor Brol, médico de la clínica.
Según un trabajo realizado por expertos de la Universidad de Michigan en Estados Unidos fumar trae consecuencias graves a la memoria, la capacidad de resolver problemas y el coeficiente intelectual, sobre todo en aquellas personas que tienen el hábito desde hace varios años.
Esto se contradice con la percepción de los adictos con respecto a su hábito: es frecuente escucharlos decir que fumar les ayuda a concentrarse o a estar más alerta en el trabajo o el estudio.
Para que un fumador llegue a tener un rendimiento superlativo es necesario que el sistema nervioso, los pulmones y el corazón trabajen de manera eficiente, para lo cual requiere sangre rica en oxígeno.
El humo del tabaco tiene monóxido de carbono, que se une a la hemoglobina –la molécula que transporta el oxígeno en la sangre-. Es por ello que en los fumadores la llegada de oxígeno al cerebro es deficiente, situación que afecta la actividad de este órgano.
En tanto, el cigarrillo también aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, y produce vasoconstricción –o menor flujo sanguíneo-. Esto lleva a que el organismo reciba menor cantidad de nutrientes y disminuya así su resistencia.
2. Beber en exceso
Se reconoce que el abuso de alcohol se relaciona con un bajo coeficiente intelectual porque inhibe funciones de la región frontal del cerebro, afecta la memoria, la capacidad de concentración y el autocontrol. También provoca otros problemas de salud que pueden costar la vida.
3. Comida rápida
La comida rápida o fast food ha demostrado provocar cambios en la química de nuestro cerebro, provocando síntomas similares a la abstinencia, entre ellos ansiedad y depresión. La comida rápida también afecta la producción de dopamina, hormona que también participa en la función cognitiva, concretamente en la capacidad de aprendizaje, la motivación y la memoria. Así, abusar de la comida rápida (más de 3 o 4 veces a la semana) no solo puede causar obesidad o problemas del corazón, sino también dañar tu cerebro.
4. Falta de descanso
Algunos de los factores de dormir 08 horas diarias: baja la presión sanguínea, el sistema inmune se fortalece y mejora tanto la memoria como la concentración y la capacidad mental.
Un buen descanso te aportará más energía y buen humor. Además, aunque pueda parecer lo contrario, dormir bien y lo suficiente ayudará a mantener también el peso, porque la falta de descanso también contribuye al aumento de peso.
Esto se debe a que la parte del cerebro que controla el sueño es también la que controla el metabolismo, por lo que cuando no duermes suficiente, se incrementa el apetito debido a la segregación de una hormona, y por lo tanto, se come más.
5. Estrés
El estrés forma parte del dia a dia de la mayoria de personas, sufrilo en exceso y de manera crónica puede afectar gravemente a nuestra salud.
Ante el estrés, el cerebro pasa por una serie de reacciones cuyo objetivo es movilizar sus mecanismos de defensa y protegerse frente a las amenazas. Entre los efectos nocivos que el estrés puede causar en el organismo, quizá los menos conocidos son los efectos sobre el cerebro.
Aquí te dejamos algunos efectos: el estrés mata las celulas cerebrales, aumenta el riesgo de sufrir enfermedades mentales, provocando cambios a largo plazo en el cerebro, tanto en la estructura como en la función cerebral.
Asi mismo, el estrés tambien puede provocar la contracción de las áreas cerebrales asociadas con la regulación de las emociones, el autocontrol, el metabolismo y la memoria.
6. Deshidratación
La deshidratación se produce cuando la excreción de líquidos excede al consumo de éstos, y da como resultado un balance negativo del agua corporal. La deshidratación de carácter leve o moderado es un estado que “se puede producir con mucha facilidad y, en la actualidad, existen numerosos estudios científicos que han evidenciado la repercusión negativa que estas situaciones tienen en la capacidad de ejecución cognitiva”, explica el doctor Brol.
La deshidratación, afecta a la actividad intelectual, destacando de manera especial las de atención, psicomotrices, las de memoria inmediata y las evaluaciones de estado subjetivo. Se produce cuando la excreción de líquidos excede al consumo de éstos, y da como resultado un balance negativo del agua corporal. La deshidratación de carácter leve o moderado es un estado que se puede producir con mucha facilidad y, en la actualidad, existen numerosos estudios científicos que han evidenciado la repercusión negativa que estas situaciones tienen en la capacidad de ejecución cognitiva.
Se considera un estado de deshidratación leve la pérdida de un 1-2% de agua corporal y, moderada, de un 2-5%. Teniendo en cuenta estos parámetros, cuando el nivel de deshidratación es superior al 2%, disminuye la capacidad de memoria a corto plazo y puede afectar por igual a adultos jóvenes y a personas mayores. Por último, se considera severa cuando la deshidratación es superior al 5%, aunque esta situación no es habitual entre la población general.
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